domingo, 27 de junio de 2010

Tortuguero Costa Rica



Las espátulas ponían colorido a las orillas, era fácil descubrirlas en las ramas despejadas que colgaban sobre el agua. Sin embargo los caimanes había que buscarlos en aquellos lugares donde los canales se estrechan y la vegetación de una orilla se toca con la de la otra, su ojos desprenden un brillo especial y hay que estar muy atentos pues desaparecen con suma facilidad.




El Parque Nacional de Tortuguero fue mi primer destino en Costa Rica tras pasar una noche en San José. Tras dejar la carretera, atravesamos pistas kilómétricas hasta llegar a Caño Blanco, donde embarcamos hasta Laguna Lodge. La única forma de llegar es mediante barco pequeños, de poco calado, o en avión (existe una pequeña pista de aterrizaje, aunque creo que el viaje en barca merece la pena). Desde el embarque ya la vegetación exuberante te recibe, las aves no dejan de volar de una orilla a otra sobre los canales y existen continuas señales sobre las boyas advirtiendo de moderar la velocidad de las barcas para no colisionar con los manatíes (que por cierto, ninguno vimos a pesar de intentarlo). Ya la primera noche nos acercamos a ver el desove de las tortugas. Quedas con un guía, te da unas normas (no se pueden llevar linternas ni cámaras de fotos, no se puede hablar en alto ni hacer movimientos bruscos) y nos coloca en zonas donde no molestamos. Los grupos son de 7 a 9 personas, y con emisoras los ojeadores están pendientes de las llegadas de las tortugas a la playa. Cuando llega una y comienza a desovar, entra en trance una media hora o lo que dure el desove, entonces salimos del escondite y nos acercamos a compemplarlo. Tuvimos la suerte de contemplar tres desoves y como volvían las tortugas al mar.






Durante la primera hora de la mañana me dediqué a pasear por la playa caribeña, mi idea era observar las pequeñas tortuguitas intentando llegar a la playa. Lo mismo pensaba el gavilán cangrejero, que desde una palmera acechaba, escudriñando la orilla en busca de este valioso alimento. Entre las ramas cercanas también eran frecuentes los basiliscos, aunque hasta que aprendes a encontrarlos entre la vegetación, resultan casi invisibles.


1 comentario:

  1. Menudo sitio para perderse un par de semanas "divagando" por esos canales. Me gusta especialmente la del ojo caimán. Bueno, la garza tigre es también una pasada!

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