domingo, 6 de enero de 2013

Escarcha y Grullas


Grullas entrando al dormidero, ¡qué frío!


Por fin terminé de darle grasa a las botas. Seguramente mañana, tras una noche sin nubes, la escarcha terminará calándome los pies si no las engraso bien. El zurrón está listo: la libreta de campo, los prismáticos Súper Zenith, la guía Peterson, y varios botes por lo que pueda hallar.
Por más que me acueste temprano no consigo dormir hasta casi cuando va a sonar el despertador. ¿Veremos las grullas salir del dormidero? ¿se habrán levantado cuando lleguemos? ¿que otros "bichos" nos encontraremos? y otra vuelta en la cama, todavía son las dos y hasta las seis no sonará el despertador.

La espera
De camino a "Las Merinillas" es noche cerrada. Al bajar del coche, el frío golpea el rostro antes de las primeras luces, ya se escuchan los trompeteos alterados pero no se ve ninguna. Quietos en el "cabezo" de "Las Zorras" esperamos vislumbrar algo. De cuando en cuando escuchamos un aleteo repentino, se trata de las cogujadas que duermen en el suelo cerca de donde nos hemos apostado que, a medida que va encendiéndose el cielo por el este se van levantando asustadas. Todavía se escucha cercano el canto del mochuelo en el olivar que tenemos a la espalda. Ya no siento los pies, ¡y mira que tienen grasa las botas y que me puse dos calcetines! Con la primera "perla de luz" sale la primera cuerda. Van noventa y cinco grullas. Tras dos minutos sale la segunda, ya hay luz de sobra, aunque en el fondo domina el naranja que va dando paso al amarillo y el amarillo al azul, esta cuerda tiene sesenta y dos, pero en apenas diez segundos sale otra y otra, y otra más hasta levantarse las seiscientas treinta y cinco que duermen aquí. Ahora tomo conciencia también del frío en las manos, los guantes de lana solo calientan si tienes las manos en los bolsillos, mis pies no existen. Caminamos entre la hierba hasta la charca para recoger algunas plumas, hay cientos de ellas. Al subir el muro levantamos a varios azulones y una garza real lanza su sobrecogedor graznido mientras los prismáticos vuelven a mis ojos, y se inquietan las avefrías.
Pincha en la fotos y verás qué maravilla
Con un "manojo" de plumas en la mano, que protejo como un esparraguero a sus espárragos, vuelvo hacia el coche, la mañana ha terminado antes de las ocho. Ahora a calentarnos con un café  y a contar mil veces la magia de una mañana grullera que tres amigos hemos compartido.
Tras esta fría jornada que repetimos cada año los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero para el censo de dormideros de grulla común, pensamos si sería conveniente o no compartir esta experiencia con más gente:
- Si damos a conocer este sitio, las grullas duran aquí dos días.
- Pero si no ¿cómo podemos asegurar que este dormidero se mantenga el año que viene, y al otro...?
- Ya sabes que entre cazadores, fotógrafos, esparragueros, domingueros... si todos vienen para acá...
- ¡Y entonces! ¿cómo protegemos a las grullas ?
Seguramente que conversaciones semejantes surgían entre distintos grupos de amigos a lo largo de la geografía extremeña, antes de que se forjara "El día de las Grullas" que tantos países del norte de Europa llevaban realizando ya varios años. Aquí en Extremadura esa iniciativa correspondió a ADENEX, y fueron distintos lugares de nuestra región donde a su vez se celebraba este acontecimiento, a mí me tocó organizarlo en el Valle del Ambroz, en Zarza de Granadilla a primeros de los noventa, coincidiendo con Puerto Mejoral, donde estaba Manolo Calderón, Borbollón con Agustín Ventanas o Los Canchales con Toribio Álvarez. Poco a poco este día fue cogiendo fuerzas y cuando desde la Administración Autonómica de Extremadura se decidió realizar un Festival de las Grullas, todos los amantes de estas aves nos sentimos afortunados.
Pensemos que la grulla es un ave viajera, migradora de largo recorrido, que necesita a Extremadura para reponer fuerzas invernales y poder afrontar la cría en primavera. Por así decirlo: tenemos el encargo de los suecos, los finlandeses, noruegos, alemanes o rusos de "cuidar" una especies que ellos miman en primavera y que esperan lo mismo de nosotros en esta época.






Tras tantos años "de pies y manos helados", de prismáticos empañados y botas con escarcha, me parece un sueño que desde la administración se organice un Festival de las Grullas, por ello el Club del Producto Birding Extremadura, de la Dirección General de Turismo ha acertado de pleno. Ojalá sigamos "rejuntándonos" en Moheda Alta durante muchos años.

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