Macho de Roquero solitario (Monticola solitarius) |
El despertar del día en el momento en que los tibios rayos
de sol parecen detener el viento, traen hasta mi "escondite" el
vigoroso canto del roquero solitario. No es de extrañar que este mismo canto
cautivase al mismísimo San Juan de la Cruz y de su mutua compañía naciesen
estos preciosos versos:
Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos
las ínsulas extrañas
los ríos sonorosos
el silvo de los ayres amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora
la música callada
la soledad sonora
la cena que recrea y enamora.
Macho de roquero solitario en Magacela. Extremadura |
Ahora, a medida que avanza el día, el macho de roquero
solitario se ha adueñado del posadero donde le dejo algunos gusanos como
agradecimiento por la sesión fotográfica que ha compartido conmigo. Antes que
él estuvieron las collalbas, pero ante su presencia robusta y altiva, huyen
despavoridas. Sin embargo varios días después, cuando la hembra ha terminado de
incubar y viene a por la "ceba" de sus hambrientos pollos, no
consiente la presencia cercana del macho, al cual expulsa sin la menor piedad
hasta los abismos de las rocas más alejadas. Todo sea por que el mes que viene,
una familia completa de roqueros solitarios visite nuestro "Salón del
Gourmet"?
Si nos fijamos con detalle, la hembra está anillada, trataré
de saber cuántos años lleva por aquí. Espero que como San Juan y yo, sepáis
disfrutar del cobalto canto de las rocas.
Hembra de Roquero solitario con "ceba" para sus pollos |
En esta imagen puede observarse la anilla metálica de su pata izquierda |
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